¿Por qué el sistema electoral de Estados Unidos es intocable para la prensa chilena?

Es hora que los medios en Chile hagan un ejercicio de honestidad intelectual. Es hora que, al analizar el sistema electoral estadounidense, apliquen los mismos estándares con los que evalúan otros procesos electorales en el mundo.

Las elecciones presidenciales en Estados Unidos han acaparado titulares y análisis en los medios de comunicación chilenos. Se discuten los candidatos, se detallan sus propuestas y se especula sobre el impacto de los resultados para Chile y la región. Sin embargo, lo que rara vez se menciona es uno de los aspectos más cuestionables del sistema político estadounidense: su sistema electoral y su supuesta democracia.

Estados Unidos, que se presenta ante el mundo como la cuna de la democracia, tiene un proceso electoral que a los ojos de cualquier observador imparcial resulta al menos extraño. Su sistema de colegios electorales no garantiza que el candidato con más votos populares sea elegido presidente. De hecho, en varias ocasiones, el “ganador” no ha sido quien obtuvo el mayor apoyo ciudadano. Este sistema, criticado incluso dentro del propio Estados Unidos, no sólo distorsiona la representación popular, sino que en países “enemigos” serían blancos inmediatos de los medios y de los analistas chilenos, que no dudarían en tildarlo de antidemocrático.

Entonces, ¿por qué en Chile pareciera haber una especie de “pacto de silencio” en torno a este tema? Es curioso cómo nuestros medios de comunicación “tradicionales” tienden a aplicar un doble estándar: critican sin descanso las elecciones en otros países, poniendo en duda su transparencia y su representatividad cuando no son “amigos” de Estados Unidos. Sin embargo, cuando el país norteamericano repite sus elecciones con un sistema anticuado y polarizante, los análisis son sesgados o incompletos, y el sistema electoral queda fuera de toda crítica. ¿Acaso los periodistas chilenos no pueden cuestionar el sistema estadounidense? ¿O será que no deben hacerlo?

Este “pacto de silencio” no es sólo una omisión; es una señal de que Chile aún sigue sometido a los intereses y narrativas que se imponen desde el norte.

Es hora que los medios en Chile hagan un ejercicio de honestidad intelectual. Es hora que, al analizar el sistema electoral estadounidense, apliquen los mismos estándares con los que evalúan otros procesos electorales en el mundo. Si realmente queremos construir una sociedad informada y crítica, no podemos seguir obviando estos temas, como si fueran órdenes a obedecer.

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