Para ir más allá de la ética individualista

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Por Gonzalo Véjar Paz, Antropólogo – Corporación ACCESO.

Las crecientes movilizaciones sociales, las manifestaciones de raigambre local y el malestar ciudadano, permiten contemplar que algunos sectores de nuestra sociedad están presentando cierta resistencia hacia los niveles agresivos y suntuosos de consumo, tomando en consideración los brutales niveles de desigualdad existentes en nuestro país.

Es de esperar que estos acontecimientos posibiliten vislumbrar que no ha triunfado cabalmente la ética individualista, competitiva, superficial y narcisista y que se le pueda hacer frente a la atomización social, colocando por delante el “nosotros” y los temas de la solidaridad y la justicia social, propiciando mayores vinculaciones y articulaciones entre grupos afines.

Dada la fragmentación de las fuerzas de izquierda y la ausencia de un proyecto común –lo de la “Nueva Mayoría” es más una ilusión que una realidad– lo que queda mientras se construye un real proyecto político y social amplio y participativo, son las congruencias y articulaciones a nivel de la base local, que paulatinamente podrán permitir ir más allá de las resistencias planteadas por los comportamientos individuales anónimos, que suelen quedar en el reclamo puntual, la queja simplista o las escaramuzas callejeras.

Estamos en presencia de procesos de cambio cultural, ya que este modelo de desarrollo no sólo tiene implicancias económicas, sino también culturales, porque una de las funciones del consumo es crear identidad a través del tener y la apariencia. En este sentido, el consumo también actuaría como simbolización del status y del prestigio social. Tristemente lo contemplaba el escritor argentino Ernesto Sábato: “El hombre conquistó el mundo de las cosas, pero con un gran riesgo para su alma: Ha terminado el mismo por cosificarse”.

Por tanto, una de las luchas debe estar dada por la construcción de ciudadanía, desde la racionalidad deliberativa, pensando y actuando la sociedad y no como lo plantea la lógica del mercado, que la intenta homologar al consumo como mecanismo de integración social. No puede el individuo reducirse identitariamente al tener ni al dinero, sino que debemos aportar en ampliar la mirada y considerar los conocimientos intelectuales, los saberes populares, las virtudes morales y el altruismo.

Se trata sin duda de grandes esfuerzos, ya que el actual sistema económico requiere de forma constante e intensa la expansión del consumo, nutriéndose del comprador voraz y vertiginoso, el cual promueve amparado en la amplia, persuasiva y seductora pirotecnia publicitaria y mediática, escenificada pulcramente, con bellos rostros, entretención y felicidad instantánea. Si el potencial comprador no cuenta con dinero, recurre a la oferta crediticia con intereses que suelen ser abusivos y usureros. Alguien hablaba incluso de una nueva forma de esclavitud: la financiera.

Esta ha sido la principal matriz cultural de los últimos años. De hecho, en pueblos como Pucón, cohabitan el consumo excesivo y el amplio espíritu adquisitivo de algunos -sobre todo en temporada estival- con la imposibilidad de muchos de cubrir parte de sus necesidades básicas. La desigualdad se hace palpable dramáticamente en esta ciudad.

Como Corporación ACCESO, deseamos colaborar en la consecución de objetivos y finalidades trascendentes, en la lucha política y social por la emancipación y la libertad, en la superación de la alienación, ya que, parafraseando nuevamente a Sábato, “yo no sé qué es peor, si leprosos o alienados. La alienación es una enfermedad espiritual infinitamente más grave”.

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