Partido habría replicado su obra sin autorización e hizo “una copia burda”, que es “francamente indiscutible”, además de un “evidente cercenamiento (…), mutilando la esbeltez de las figuras humanas que constituyen el núcleo de la creación, deformándolas, haciéndolas más toscas y simplonas”, dice la artista.
En un conflicto judicial se encuentran la escultora María Angélica Echavarri y la UDI. La artista demandó al partido por violación de derechos de propiedad intelectual, a raíz de las réplicas pequeñas de la escultura que ella hizo en honor al fundador del gremialismo, senador Jaime Guzmán, ubicada en la comuna de Vitacura, Región Metropolitana.
De acuerdo a información del diario El País Chile, la acción está liderada por las abogadas Bernardita y Carla Dittus, del estudio EPIC Litigios & PI. Según el escrito, la UDI habría usado la obra de Echavarri sin permiso desde 2022, “en la forma de pequeñas estatuillas hechas en cerámica para entregarla en forma indiscriminada”.
“Lo cierto es que nuestra representada no había entregado autorización alguna a la UDI para que sus obras fueran utilizadas de dicha manera. De hecho, ni siquiera estaba en conocimiento que el partido político estaba realizando la referida conducta”, se lee en el documento.
El origen de la obra se remonta a 1993, cuando el Congreso aprobó la ley que autorizaba un monumento en honor al fundador de la UDI. Luego, en 2003, Echavarri y el arquitecto Nicolás Lipthay ganaron el concurso. Se trata de una escultura fundida en bronce, de más de 12 toneladas y 22 metros de largo, que en su composición muestra a 66 figuras de más o menos dos metros de alto. Estas 66 figuras, en su diseño original, “caminaban” sobre un espejo de agua de 36 metros. Finalmente, fue inaugurada en 2008.
Días después de la inauguración, la Fundación Jaime Guzmán le pidió a la artista una obra más pequeña, inspirada en el monumento de la comuna de Las Condes, a fin de dársela a algunas personas como reconocimiento. Echavarri aceptó y le dio forma a una escultura de 18 centímetros de alto, 11 de ancho y cinco de fondo, que se inspiraba en una parte de la original. Por esto, la fundación le pagó a la artista: hubo piezas en bronce y en cerámica.
Y fue esta figura la que, de acuerdo a lo que se lee en la demanda, la UDI hizo “una copia burda”, que es “francamente indiscutible”, además de un “evidente cercenamiento (…), mutilando la esbeltez de las figuras humanas que constituyen el núcleo de la creación, deformándolas, haciéndolas más toscas y simplonas”.