Por Patricio Riquelme Luco
Hace un par de días avisé que no ocuparía el Facebook, por un tiempo. Pero tras un interesante trato privado ahora vuelvo. Así cumplo con mi parte y espero el cumplimiento del otro lado.
En estos días, pese a que había renegado del feibuc, sentí ansias de volver a escribir. Me comían los dedos por usar este canal para dar y formar opinión, aunque sea en estos foros pequeños, con toda la posibilidad de amplificación que tienen por su concepto de red.
En menos de una semana se empiezan a conocer los datos falseados de la medición Casen y pobres más, pobres menos, la desigualdad sigue galopando. Los ministros candidatos despliegan su capacidad bufonesca para atraer cámaras antes que salga la siguiente encuesta de opinión, todo esto con cargo al erario público.
La gente manifestándose en un legítimo movimiento social de descontento, es acallada por la prensa que desinforma con el jurbol y la valerrot. Mi país aunque está silenciado en los pasquines de lujo, se informa on line. El pueblo se está tomando las carreteras por la Ley de Pesca de Longueira, que entrega la riqueza del mar a siete familias. El tranquilo Linares salió a las calles, reclama por las centrales que le quieren instalar en el paraíso cordillerano de Achibueno.
Así suma y sigue, y no aparece un liderazgo que una el descontento; que canalice cívicamente la rabia ante un Parlamento acomodaticio y desvergonzado, que no quiere investigar el lucro en la Educación, que quiere seguir entregando sueldos mínimos de hambre, mientras ellos se suben los suyos sin ningún asco, cuando se les para su honorable trasero. Por otra parte, los parlamentarios de Oposición siguen dando lamentable espectáculo, mientras la derecha se ríe de nosotros.
Se necesita una Nueva Constitución, pero necesitamos hacerla desde las fábricas, en los campamentos y aldeas de los damnificados de tanto desastre de nuestra tierra. Una Constitución que parta en los libros de reclamos de los consultorios. Que la escriban los trabajadores en la libreta del fiado, que salga de los niños en sus cuadernos de escuelas municipales sin calefacción. Que la escriba el sacrificado médico de la salud pública con su horrible caligrafía. Que sea dictada en aymara y mapudungun, en los idiomas de la calle. La verdulera, el pescador, el pirquinero deben ser la Asamblea Constituyente, que desaloje a los sátrapas del Parlamento y los mande a la cárcel.
No más leyes como la de Hinzpeter que criminaliza la protesta social legítima, no podemos decirnos opositores y aceptar edictos propios del Tercer Reich. Pero para frenar esto, se necesita un liderazgo fuerte, inclusivo, ordenador, carismático y encantador. Ya no más la vieja clase política endogámica, de los arreglines, las coimas y los cuoteos. Ni tampoco no más niñitos bien, con mina rucia, de hablar vacilante y confuso, que pactan con Dios y con el Diablo. Necesitamos un adulto joven combatiente, sabio y resuelto. Somos una gran Oposición frente a un mal Gobierno, están todas las posibilidades de revertir esta situación y dar un salto cualitativo. El líder debe unir a los desorientados y dispersos; desde el más rancio liberal de centro hasta el último encapuchado autónomo; pasando por las pelolais JDC, guatones y chascones; las mujeres patriotas de la provincia; los viejos tintos radicales, socialistas y pepedés de todas las tendencias; los jerarcas y jotosos comunachos; los líderes de base, cristianos de todos los pelos y antiguos guerrilleros: Nos sirve todo opositor, en esta parada marchamos todos para un frente antifascista. Con el voto, con la movilización, con el arado, el pincel y el fusil.
Ese líder noble y desinteresado, saldrá del pueblo, ese líder es un trabajador más, ese líder abrirá las grandes alamedas, botará las barreras de la intolerancia y hará andar la gran máquina opositora. Ese líder ya está entre nosotros y firmará la nueva Carta Magna, que nos hará una nación soberana, estatizando nuestras riquezas; consolidando una verdadera educación pública, gratuita y de calidad; acabando con las brechas sociales; respetando nuestro entorno natural y social. Ese líder ya está, ese líder soy yo. Yo me autoproclamo para este gran cambio, lo hago noble y desinteresadamente. Acabaré con el Gobierno de papel, de billetes grandes para los ricos y de billetes de “Metropoli” para nosotros el pueblo. Tenemos una gran fuerza, somos el setenta por ciento descontento. Yo soy el líder entre ustedes, el de los ocho millones de indignados. Síganme, pero no caminen tras de mí, sino junto a mí y ni siquiera caminemos, esto requiere saltos, trotes y carreras; antes que se nos acabe el tiempo, debemos ganar la medalla de oro de la dignidad nacional.
Esta es una tarea de todos, no sólo de este gran líder carismático, por eso debemos hacer una campaña para que distraiga mis otras actividades y me dedique de lleno a ser el gran tío Ho nacional. Para eso cada uno de los ocho millones de opositores, no importando raza, edad, orientación sexual, ni el reality que vean; deberá aportar con cien pesos mensuales, en una campaña que se llamara, la gamba antifascista. Esto nos da la suma de ochocientos palitos al mes, o sea un palo y medio de los verdes, para que así yo pueda cumplir sin sobresaltos tan noble labor. Adjunto mi cuenta rut.
Hace décadas nos convertimos, como país, en la capital del capitalismo, por eso la salida es sólo por ahí. Esta cifra es inmensamente inferior a los ingresos de un actual futuro ex Presidente. La revolución requiere sacrificios, yo los haré y ustedes pueblo querido, también lo harán. Sólo el capital vence al capital. O acaso nos queda otra, algo así como una revolución hippie o un nuevo alumbramiento divino. No. Nada llegará del cielo, pero sí de sus bolsillos. Capital contra capital, nada más pero tampoco nada menos. Y si no hay cien pesitos, un pucho. He vuelto al feibuc.
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