Hasta antes del conteo de votos, Chilevisión rellenó la tarde con idiotez y vacío. TVN con Canal 13 desempolvaron por enésima vez a Kramer. Nada nuevo, algo que ya es costumbre cuando hablamos de televisión chilena.
En las pasadas elecciones municipales, Chilevisión acertó en el rating. Puso a Rodrigo Salinas, del “Club de la Comedia”, junto al comentarista de “SQP”, Juan Pablo Queraltó, a hacer y decir estupideces y parte de la audiencia quedó encantada. La dupla revivió una vieja estrategia de los cerebros televisivos: mientras más básico sea lo que entregues, más te verán.
Desde la celebración del plebiscito del Sí y el No en octubre de 1988, los canales locales dedicaban sus horas de transmisión a exponer la trastienda de la competencia. Allí pasaban las largas filas –eran tiempos en que el voto era obligatorio-, la llegada de algún político referencial a las urnas, las entrevistas en estudio sobre lo que se esperaba, los conteos y las explosiones de júbilo y desazón dependiendo del caso.
Chilevisión provocó –un lamentable- cambio. Optó por el aturdimiento versus la información. El domingo, la mayoría de los canales siguieron ese mandamiento. Rodrigo Salinas nuevamente fue convocado para formar dupla con Queraltó para rellenar la programación en Chilevisión con idiotez y vacío. Les resultó tanto que el comediante fue sacado por Carabineros.
Canal 13 y TVN desempolvaron de sus archivos, por enésima vez, a Kramer en diferentes formatos. También buscaron otras fórmulas. Extrajeron cuñas y movimientos corporales de los candidatos presidenciales para darle un toque humorístico y, subliminalmente, acercarlos a la gente.
Esa programación de comedia duró hasta que se cerraron las primeras mesas. A partir de las 18.00 horas, los canales siguieron el conteo desde las urnas. Ese fue uno de los momentos más sabrosos de la jornada: los abucheos a los votos de Evelyn Matthei, el protagonismo que adquieren los vocales que saben que están saliendo para todo el país y las tendencias que se manifiestan a medida que se exhiben las preferencias políticas funciona como una instancia televisivamente atrayente y alejada de cualquier artificio.
Por la noche, los análisis en los canales fueron dispares. En La Red, la neofarándula de “Elecciones en la Red” con Nicolás Copano y Freddy Stock resultó agria, desabrida. Como un experimento plagado de injertos descontectados entre sí.
“Tolerancia Cero” tuvo rigor y conclusiones. Algunas llamativas, sobre todo, del comentarista derechista Fernando Villegas. En TVN, fue la previa perfecta para hacer sueño. Juan José Lavín debe tener un ángel guardián. De otra manera, no se comprende por qué continúa liderando programas políticos cuando no cuenta con carisma ni actitud para liderar este tipo de espacios.
Mega, por su parte, con Soledad Onetto en “Patio de los Naranjos” muestra ganas, pero cierta orfandad: las opiniones de los contertulios son expuestas como si fueran un círculo de amigos más que personas con pensamientos diferentes.
Y Canal 13, con la atropelladora Constanza Santa María, fue el que más planteó discusión y miradas de futuro del país.
En resumen, nada nuevo. Una expresión que ya es costumbre cuando hablamos de televisión chilena.
Por Juan Costeau / Nación.cl