
En su homilía, el Pontífice comenzó saludando en mapudungún con las palabras “Mari, Mari” (Buenos días) y “Küme tünngün ta niemün” (La paz esté con ustedes), destacando la riqueza cultural de la Región.
El 17 de enero de 2018 y en su visita apostólica a Chile, el Papa Francisco llegó a la ciudad de Temuco, para presidir una misa en el Aeródromo de Maquehue, un lugar simbólico por haber sido utilizado como centro de detención durante la dictadura de Pinochet.
La visita, enmarcada en un contexto de tensiones históricas con el pueblo mapuche, reunió a más de 250 mil personas, incluyendo peregrinos de Chile y Argentina.
En su homilía, el Pontífice comenzó saludando en mapudungún con las palabras “Mari, Mari” (Buenos días) y “Küme tünngün ta niemün” (La paz esté con ustedes), destacando la riqueza cultural de la Región. El religioso hizo un emotivo llamado a la unidad, rechazando la violencia y promoviendo una “cultura del reconocimiento mutuo”. Citando a Violeta Parra, señaló: “Arauco tiene una pena que no la puedo callar”, en referencia a las injusticias sufridas por los pueblos originarios. “La unidad no es un arte de escritorio, sino de escucha y reconocimiento”, afirmó, instando a evitar “acuerdos bellos que nunca se concretan” y a rechazar la violencia que “termina volviendo mentirosa la causa más justa”.
Francisco dedicó la misa a las víctimas de la dictadura y al sufrimiento del pueblo mapuche, pidiendo un minuto de silencio por “tanto dolor y tanta injusticia”. Además, exaltó el concepto mapuche de “Küme Mongen” (Buen Vivir), invitando a todos a ser “artesanos de unidad” para construir un futuro de paz.
Tras la ceremonia, almorzó con representantes de La Araucanía en la casa Madre de la Santa Cruz, antes de regresar a Santiago.
La visita, aunque marcada por algunos incidentes previos como ataques a iglesias, dejó un mensaje de esperanza y diálogo en una región marcada por conflictos históricos.