
La reciente recomendación del ministro de Agricultura de combinar huevos con acelgas y cebollas para paliar su alto costo, es solo el último capítulo de esta saga.
En los últimos años, las autoridades chilenas han recurrido a propuestas que, bajo la fachada de “soluciones prácticas” para enfrentar la precariedad económica, han resultado en una mezcla de desconexión social y, para muchos, humillación.
Desde recetas con salchichas cortadas en forma de pulpo, hasta sugerencias de madrugar para ahorrar en el pasaje, estas ideas han quedado grabadas en la memoria colectiva como ejemplos de la distancia entre el discurso oficial y la realidad de la ciudadanía.
La reciente recomendación del ministro de Agricultura de combinar huevos con acelgas y cebollas para paliar su alto costo, es solo el último capítulo de esta saga.
En mis tiempos joaquín lavín le pidió a unos chef cuicos q hicieran un recetario de comidas por 2 lucas para q los pobres de chile vieran que "sí se puede", hoy día el gobierno adoptó el mismo tono https://t.co/rkNqRL7ogr pic.twitter.com/t7EpMgaSkq
— blu (@neurodivagante) April 28, 2025
Salchichas en forma de pulpo: la receta de Lavín
Corría abril de 2013 cuando Joaquín Lavín, entonces ministro de Desarrollo Social, presentó junto al Fosis las “Recetas para Ahorrar y Saborear a la Chilena”. La propuesta era ambiciosa: demostrar que una familia de cuatro personas podía alimentarse con tan solo 2 mil pesos (unos 4 dólares de la época). Entre las recetas destacó el “Pulpo a lo pobre”, que no era más que salchichas cortadas en forma de pulpo, acompañadas de papas o guisantes. La idea, pensada para ser “creativa” y atractiva, desató una ola de críticas y burlas. Para muchos, sugerir que una familia en situación de pobreza podía resolver su alimentación con cortes decorativos de salchichas era no solo simplista, sino profundamente condescendiente. Las redes sociales y medios como The Clinic se llenaron de sátiras, mientras la ciudadanía cuestionaba cómo un ministro podía ignorar las barreras reales de acceso a alimentos frescos o el tiempo necesario para cocinar con un presupuesto tan limitado.
Consultorios como “reunión social”
En julio de 2019, otro episodio alimentó el descontento. Luis Castillo, subsecretario de Redes Asistenciales, afirmó en una entrevista con Radio Santa María de Coyhaique que algunas personas acudían temprano a los consultorios no solo por atención médica, sino porque las filas eran “un elemento social, de reunión social”. La declaración, dicha en un contexto de colapsos en el sistema de salud público, fue percibida como una burla a quienes madrugan y enfrentan largas esperas en condiciones precarias, a veces a temperaturas bajo cero. Las críticas no se hicieron esperar: el alcalde de Coyhaique, Alejandro Huala, señaló que nadie hace “vida social” en esas circunstancias, y la vocera de Gobierno, Cecilia Pérez, calificó los dichos como “desafortunados”. La presión fue tal que Castillo renunció ese mismo día, tras disculparse, dejando tras de sí una frase que aún resuena como ejemplo de insensibilidad.
Madrugar para ahorrar en el pasaje
Meses después, en octubre de 2019, el entonces ministro de Economía, Juan Andrés Fontaine, protagonizó otro momento icónico. Ante el alza de 30 pesos en el pasaje del metro de Santiago, Fontaine sugirió que las personas se levantaran más temprano para viajar antes de las 7 de la mañana, cuando la tarifa era más baja (710 pesos en horario bajo frente a 830 pesos en horario punta).
La recomendación, presentada como una solución práctica, ignoraba las realidades de quienes ya madrugaban por necesidad o no podían ajustar sus horarios laborales. La frase fue vista como el colmo de la desconexión y se convirtió en uno de los detonantes del estallido social de octubre de 2019, cuando miles salieron a las calles a protestar contra el aumento del costo de la vida y la desigualdad tan propia de Chile.
Huevos con acelgas: la última “solución”
Ahora, el ministro de Agricultura, Esteban Valenzuela, se sumó a esta lista con una nueva propuesta. Frente al alza del precio de los huevos, que han subido un 102 por ciento entre 2019 y 2024 según ODEPA, y que hoy pueden costar entre 6 mil y 10 mil pesos por bandeja de 30 unidades, Valenzuela recomendó combinarlos con acelgas y cebollas, ingredientes “económicos y nutritivos”, para estirar el presupuesto. También sugirió comprar en ferias libres o mercados mayoristas. Aunque la idea podría sonar razonable en un contexto de consejos culinarios, fue recibida con burlas y críticas en redes sociales, donde usuarios en X la compararon con las salchichas de Lavín y cuestionaron si el gobierno cree que la gente no sabe cocinar con cebollas. La sugerencia, en un momento de inflación y encarecimiento de la canasta básica, fue vista como otra muestra de falta de empatía hacia las familias que luchan por llegar a fin de mes.
Una desconexión que persiste
Estas “soluciones creativas” comparten un patrón: intentan abordar problemas estructurales como la pobreza, el colapso del sistema de salud o el alto costo de la vida, con propuestas individuales que subestiman la complejidad de las dificultades diarias. Cortar salchichas en forma de pulpo, madrugar para ahorrar 120 pesos, esperar en un consultorio como si fuera un club social o mezclar huevos con acelgas, no resuelve el acceso limitado a recursos, los bajos salarios ni la precariedad sistémica. Peor aún, estas ideas suelen percibirse como una burla, al sugerir que la ciudadanía no sabe administrarse o que sus problemas se reducen a una falta de “ingenio”.
El descontento que generaron las declaraciones de Lavín, Castillo, Fontaine y ahora Valenzuela, no es solo por las palabras en sí, sino por lo que revelan: una élite política que parece no comprender la realidad de la mayoría.
Mientras los precios de los alimentos y los servicios básicos siguen subiendo, y el acceso a salud y transporte sigue siendo un desafío, la ciudadanía espera soluciones reales, no recetas que, lejos de empoderar, terminan humillando.