“Si de algo podemos estar completamente seguros, es que nuestro país no está habitado solamente por personas y animales”, dice el autor.
Bestiario de Chile nos ofrece un viaje por Chile a través del desierto, la cordillera y la costa, por el mar, las lagunas, los pantanos, los bosques y las islas. Vas a escuchar a las personas que viven en esos lugares para averiguar quién más vive por ahí, qué bestias se esconden en la noche, qué miedos traen consigo los lugareños, de qué silencios provienen esos seres fantasmales.
En sus páginas, nos encontraremos con personajes y seres como El Alicanto, los brujos de Salamanca, Anchanchu, La Lola, La Calchona, El Piuchén, El Diablo, El Tue Tue, El Huallepén, Aku-Aku, El cochero sin cabeza, El Cuero, La Llorona, El Colocolo, El Chonchón, El Chivato, El Imbunche, Lampalagua, El Cuchivilu, La Pincoya, Los Tripulantes del Caleuche, El Trauco, La Fiura, El Camahueto y El Kawtcho.
El texto, escrito por Andrés Montero, nos invita a recorrer el país con los oídos y los ojos abiertos, tal como lo haría un viajero que busca conocer las creencias que caracterizan el alma nacional. Sus relatos dialogan con la interpretación que Diego Donoso realiza a través de una ilustración de gran factura y llena de detalles que nos envuelve en una atmósfera de misterio y terror.
Bestiario de Chile se inscribe en la noble labor del registro y difusión de las tradiciones locales y, en especial, de aquellos relatos que viven en las conversaciones de los habitantes de este país. Es por esta razón que el libro puede considerarse heredero del trabajo iniciado por autores y académicos como Oreste Plath, Yolando Pino, Violeta Parra, Floridor Pérez y Sonia Montecino -entre tantos otros- pues Andrés Montero y Diego Donoso seleccionan, ordenan y exponen con creatividad a los seres que protagonizan estas historias.
“Si de algo podemos estar completamente seguros, es que nuestro país no está habitado solamente por personas y animales. También hay personas-animales, animales-personas, muertos-vivos, vivos-muertos, espectros arrepentidos de crímenes atroces, mujeres del mar que bailan de vez en cuando en tierra, pájaros que en verdad son brujos, brujos que en verdad son diablos, diablos delgadísimos que amenazan a los humanos, humanos ambiciosos que se pierden para siempre, porque se les ocurrió seguir a un pájaro con ojos dorados. Y también hay gigantes con luces en el pecho y enanos prodigiosamente fuertes y hasta pieles de animal que tienen vida propia”, dice el autor, Andrés Montero.
Añade que “es un error hablar de ‘rescate’ de la oralidad, ‘rescate’ del patrimonio, ‘rescate’ de las leyendas o los seres mitológicos. Esa palabra tendría sentido si nadie los recordara. pero es falso. Estos seres están más vivos que nunca, según cada zona donde se mueven, donde pisan las hojas, donde aúllan o lloran en la noche. Están vivos, porque la gente sigue hablando de ellos, porque tememos encontrarlos y porque nos siguen fascinando. Hablar de leyendas y mitología chilena no tiene nada que ver con el rescate, al menos, no todavía. Como mucho, podemos pensar en un alegre compartir entre leyendas de norte, centro y sur, entre el continente y las islas, entre los habitantes de allá, de acá y acullá. Pero no hay aquí un barco hundido y olvidado que alguien debe rescatar. Lo que hay son olas arrastrando tesoros, a vista de todo aquel que quiera sumergirse en el mar”, finaliza el autor.